domingo, 25 de mayo de 2014

II.- INICIACIÓN Y DESARROLLO DEL PROBLEMA ANTROPOLÓGICO: LOS SOFISTAS Y SÓCRATES.
El destino del hombre y el problema moral en el mito: Antes de los problemas cósmicos, el pensamiento griego había empezado a plantearse los problemas de la vida humana, extrayendo de ellos los primeros conceptos directivos de la concepción del mundo. Entre estos problemas de la vida comienza a aparecer, ligado a la religión y al mito, el del destino del hombre, que Homero presenta sujeto, mucho más que a la mudable voluntad de los dioses particulares, a la inflexibilidad de la fatalidad: paralelamente a esta concepción, surge ya en él el problema de la reflexión entre los males de la vida y las culpas de los hombres, y la idea de una responsabilidad de la voluntad humana se opone de esta manera a la otra, que también en su obrar el hombre es juguete de la voluntad de los dioses o de la fatalidad.
Con la idea de la responsabilidad humana se vincula en Homero la de la sanción divina que castiga a los hombres durante su vida mediante calamidades: pero en el mito de las  tres sombras penitentes (Ticio, Tántalo, Sísifo), brilla en Homero también un concepto de correspondencia de la suerte eterna al mérito, o sea de una sanción divina en una vida de ultratumba. Semejante retribución de los méritos y de las culpas la coloca Hesíodo aún en la vida presente, con la representación de Zeus, que distribuye premios y penas inspirado por su hija, la Justicia.
Pero, en las creencias del siglo siguiente, el mito de las Erinnias castigadoras, hace oscilar la sanción de las culpas humanas entre la vida terrenal e infernal; y con la difusión de la religión de los misterios órficos, se llega a una concepción neta de una vida de ultratumba, por la oposición establecida entre el alma (demonio) inmortal y divina y el cuerpo, su cárcel y tumba: la vida verdadera es buscada más allá de la muerte; el problema del destino último se hace predominante. Es concebido sujeto a un eterno retorno cíclico; el alma también es considerada por los órficos, sujeta al ciclo de los nacimientos (transmigración) por un pecado original del cual, sólo puede liberarla una larga expiación purificadora.
La antítesis alma y cuerpo, sensibilidad e intelecto:
Estas concepciones aceptadas por Anaximandro, los Pitagóricos, Heráclito, Empédocles; desarrollan el concepto de un alma opuesta al cuerpo y, como la sensibilidad aparece ligada al cuerpo y el intelecto al alma, así la reflexión sobre los problemas de la vida y del destino del hombre contribuye también ella a desarrollar esa oposición entre las dos fuentes y formas de conocimiento (sensibilidad e intelecto), que también la reflexión sobre el problema del ser suscita y, hace afirmar por Parménides.

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