PLATÓN: DESDE EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO AL
IDEALISMO.
Antes de entrar en
relación con Sócrates, fue discípulo de Crátilo, secuaz y exagerador de
Heráclito, a cuya afirmación: no podemos entrar dos veces en el mismo río,
porque nosotros cambiamos constantemente y las aguas también, sustituía: ni aún
una sola vez podemos entrar en él, tan rápido y continuo es el cambio. Por
ello, negaba que las palabras siempre iguales sirviesen para expresar las cosas
en su inestabilidad; sino únicamente los signos instantáneos, siempre diversos:
y de esta manera venía a poner en evidencia que los fenómenos siempre mudables
y de las sensaciones que los aprehenden no puede nacer conocimiento estable y
válido.
Ésta era justamente la
crítica dirigida por Sócrates contra Protágoras; pero Sócrates no se detenía
como Crátilo en la conclusión negativa; y a la incapacidad de las sensaciones
para darnos algo más que las opiniones mudables, privadas de un criterio de
verdad, oponía la capacidad de los conceptos para darnos una ciencia firme y
segura de las esencias universales.
Platón deduce de esta teoría del conocimiento su teoría
del ser: aquello que corresponde a la falaz opinión sensible es apariencia ilusoria (fenómenos), y verdadera realidad es lo que corresponde al conocimiento verdadero, o
sea las esencias o tipos universales o ideas.
Este es el IDEALISMO PLATÓNICO, que convierte la antítesis entre los fenómenos y
sustancias (o sea entre datos de la sensibilidad y
exigencias del intelecto), sobre la cual, desde Tales en adelante, giraba toda la metafísica griega
en dualismo o separación de dos
mundos: las ideas constituyen el mundo eterno de la realidad, mundo de las
sustancias, separado del mundo de las cosas; y nosotros debemos tratar de
llegar hasta él, como trataba Sócrates, por medio de la inducción y la
definición, para lograr el verdadero
conocimiento. La Reminiscencia:
¿Cómo es posible esta investigación? No se busca lo que se sabe; pero lo que se
ignora ¿Cómo se puede buscarlo y reconocerlo en el caso en que se encuentre?
Platón responde con la teoría de la reminiscencia: el
alma
puede buscar y encontrar las ideas porque las ha contemplado
en el mundo de la verdad eterna antes de entrar en el cuerpo, pero indeleble,
la huella de aquella contemplación originaria; el aprender es un recordar o recuperar aquello que
permanece oscurecido en el alma.
Así, el método socrático de la mayeútica se
transforma en Platón en una teoría del conocimiento
que implica en sí una teoría del ser: hay
un mundo espiritual eterno (ideas y alma) por encima del mundo material.
Son
mundos opuestos; pero son las cosas sensibles las que despiertan
en nosotros el recuerdo de las ideas porque son
como sombras de ellas, sombras más allá de las cuales no sabe ir quien
permanece prisionero de la percepción sensible, encerrado en el cuerpo como en
una oscura caverna, pero detrás de las cuales el filósofo ve la realidad y la luz
del mundo ideal.
Las
ideas y las cosas: Imitación y Participación:
Las ideas son los tipos
eternos sobre cuyo modelo el creador (Demiurgo) ha formado las cosas: tipos sobre
los cuales Platón nos deja en la incertidumbre sobre si debemos entenderlos
como pensamientos de la mente divina o entes que existen fuera de ella, pero de
los cuales declara que las cosas son imitaciones, como lo decían los
pitagóricos de los números.
También habla de participación de
las cosas en las ideas o de presencia de éstas en las cosas, pero advirtiendo el
peligro de que esto pueda entenderse en el sentido casi material, como un
intercambio y pasaje entre dos mundos separados, con un continuo dividirse en
partes e introducirse temporal de las ideas en las cosas, que habría sido contrario a la unidad y permanencia
de ellas en el mundo
trascendente, explica que, la participación no es sino imitación, y la presencia no es sino
semejanza.